jueves, 15 de diciembre de 2016

Cerezas

Hace frío. Ya os lo he dicho a todos. Mil veces.
Hace tanto frío que apenas piso la calle. Así que papá, mamá, tita, no os preocupéis. Que de verdad no me doy cuenta. Voy del cole a casa y de casa al cole pasando en algún momento por el súper de turno. Todo en coche, claro. Y el Jeep arranca a la primera también a -20 grados, quién lo habría pensado. Ya me dijo el colega del taller que eran coches que tiraban en cualquier tipo de clima. Sí, claro, pensé yo. Pero resulta que era verdad.
Yo paso mucho tiempo en el coche por estos lares. Esto implica que el habitáculo del mismo se ha convertido un poco en mi segunda casa. Así que siempre llevo algo de comida, porque mi lunch break es a las 11.25 ahora (antes del cambio a Kinder era a las 10.50) y hasta las cinco y pico que salgo del cole me ha dado tiempo a hacer hambre. Pero Illinois es un estado complicado en cuanto a snacks de coche. En verano no puedes llevar nada de chocolate ni chuches ni guarrerías similares que te apetecen a esas horas porque hace un calor que flipas y, tras estar todo el día al sol, lo que acabas comiendo es una masa informe de cosa. Que te la comes, claro, pero no es lo mismo. En invierno surgen otro tipo de problemas. El otro día dejé una manzana en la bolsita en la que llevo la comida y la bolsa en el coche. Cuando esta mañana me la he ido a comer estaba destrozada porque, lógicamente, se había congelado en el coche por la noche.
Pero lo que más me gusta es lo de las cerezas. De gominola, claro. A ver si os vais a creer que aquí tenemos cerezas a mitad de diciembre. Me he comprado un paquetito de esas que vienen de dos en dos y que nos poníamos de pendientes de pequeñas. Las he dejado en el coche y se han convertido en mini polos. Así que, el approach cuando me entra antojo de azúcar a la salida del cole no es abrir la cajita y darle un bocado. Tengo que chuperretear hasta que toma temperatura ambiente y luego ya morderla como una persona normal. Como una persona normal que va en el coche con un chaleco térmico, un abrigo ídem, guantes y bufanda. Y la capucha del abrigo puesta. Porque el motor del Jeep tira, pero a la calefacción le lleva un rato.
Lo bueno de todo esto es que los dos grados negativos que va a hacer en Madrid cuando vaya me parecen una temperatura estupenda. Estoy por meter el bañador en la maleta.