miércoles, 19 de octubre de 2016

Sonidos

Mi cole de Waukegan es, como toda la población de la zona, bilingüe. Desgraciadamente, no es bilingüe en cuanto al curriculum (ignorando así las necesidades de los niños y de sus familias) pero sí en su funcionamiento. Esto conlleva que en el día a día yo cambio de un idioma a otro en un segundo y al final acabo hablando en español a mis americanitos de pura cepa más de una vez. Y de dos. Con lo cual, el jaleo es interesante. Pasa siempre, supongo. La mezcla enriquece pero tiene también lo suyo.

Hablaba con mi amiga Vero el otro día (van dos menciones, te quejarás ;) ) de esto de los dos idiomas en el aula. Su situación es diferente, porque en su programa se trabaja en español con niños que tienen el inglés como lengua materna, mientras que yo doy clase en inglés y hago alguna aclaración puntual en español en un aula en el que hay un 80% de hijos de inmigrantes latinos. Y regaño. Yo regaño en español a los hispanohablantes y en inglés a los que lo hablan en casa. Porque no es lo mismo para nosotros que nos digan Cállate que Be quiet. Porque un Que te sientes a tiempo es mucho más eficaz en su caso que un Go back to your seat.

Y pasa en todo. Como decía el otro día, la lengua materna es la lengua en la que se construyen los afectos y, salvo en contadas excepciones, mis alumnos bilingües usan el español en el contexto familiar y el inglés fuera de casa. Para ellos, y para mí, el español es lo que nos llega a la patata y el inglés lo que se nos queda en la cabeza.

Aunque tengo que reconocer que hay palabras o expresiones del inglés que me tienen conquistada:
Me gusta mucho que los americanos digan que lo van a figure out todo. Me encanta que el day drinking sea un concepto en sí.  Y el pre game. Me enamora la forma en que los niños me llaman Miss Fernandez con ese acentillo tan lindo. Y que todo sea awesome, y que cualquier plan sounds good.

Ay, pero cuando me acuerdo de las cañas, el patio, el metro. El salir de fiesta, el tomar algo, el vamos viendo. Resuenan en mi cabeza esas palabras tanto más familiares y me entra la morriña de los tres meses fuera. Que debe ir tocando. Que se me pasará en cuanto llegue el finde, seguro, pero mientras tanto voy quitándome el mono a sorbitos de mensajes de voz (gracias :) ) y vídeos de Facebook con trocitos de vuestras vidas allí. Así que seguid con vuestras ces y vuestras jotas, seguid regalándome los oídos con ese acento ibérico. Que aunque me encanta que mis niños me pregunten a cada rato Can I tell you something? y me digan, muy exaltados, que fulanito les aventó woodchips a la cara, y yo tenga que hacer un esfuerzo sobrehumano para no morirme de la risa con lo lindo que suena, tengo estos días la vena patria subida de tono. Y me queda un rato.

No hay comentarios:

Publicar un comentario