lunes, 11 de septiembre de 2017

Candado


Mis amigos y mi familia, que me quieren mucho y se preocupan por mí, me preguntan todo el rato que qué tal el segundo año en Chicago. Y yo les digo que siento que lo tengo todo mucho más controlado, que sé mejor qué es lo que se espera de mí... Pero lo que en realidad les quiero decir es que este año estoy más on top of things. Que no sé si tiene traducción directa, pero a mí me gusta así, en inglés. Lo que pasa que no lo pongo así por no resultar pedante. Que me pongo cansina en seguida.
Pero es verdad, así es como me siento. Este año he subido a primero con la mitad más o menos de mi clase del año pasado, con lo cual ya conozco a muchas de las familias, los niños saben de qué pie cojeo.. Es todo mucho más fácil.
Tanto es así que me he apuntado al gimnasio. Mi amiga Paz, con la que comparto programa, cole y aventuras y desventuras varias, lleva apuntada al gimnasio desde el año pasado, pero yo me desbordo fácilmente, y no me daba la vida. Finalmente, animada por ella, me he apuntado al de al lado del cole, con todas las ventajas que ello conlleva. Que no sólo lo digo por eso de perder peso y poder comer alguna guarrada más de la cuenta para luego quemarla en la elíptica, lo que de verdad me hace ilusión es que me salto la hora punta y mi commute de vuelta pasa de una hora y pico a unos 45 minutos. Y eso, aquí, es la felicidad máxima.
Según firmaba los múltiples papeles de la suscripción al gimnasio (la burocracia americana merece entrada aparte) pensaba qué historias me ocurrirían allí que nunca habría imaginado en España. En concreto pensé "A ver qué cojones me encuentro aquí". Pero queda más mono dicho de la otra manera.
En cualquier caso, los primeros días fueron normales, más o menos como en Madrid. Más allá del hecho de que aquí es obligatorio limpiar con toallitas desinfectantes la maquinaria después de usarla, no vi gran diferencia con lo que ya conocía. Pero eso no iba a quedar así, claro. Que ya nos conocemos mi país de acogida y yo.
Resulta que para las taquillas tienes que llevar tu propio candado. Yo en España ya tengo el mío, pero aquí usé el de Paz la primera vez y luego, viendo que se me olvidaba comprarlo, acabé pillando el que venden en la entrada del sitio. Y según lo vi me dije "Esto era".
Resulta que los candados aquí requieren un estudio exhaustivo. Vienen con una clave de tres números y hay que darles vueltas y más vueltas y luego cantarles en arameo para que se abran. Perdí diez minutos de mi vida intentando hacerlo funcionar y me rendí. Así que le pregunté a una chica con unas uñas larguísimas que si me podía ayudar. Y me dijo que sí, que cuál era la clave. Y se la dije (total, lo único que iba a guardar era la bolsa con ropa) y me dijo: Ah, mira, es así. Plas, plas, plas. Y el candado se abrió. A tomar por culo. Y claro, me dio cosa decirle: ¿A ver? ¿Puedes hacerlo otra vez despacio mientras tomo notas? Pero me quedé con ganas.
El resultado es que no lo entendí y, por lo tanto, no pude guardar la bolsa ese día y fui de la bici a la elíptica y de la elíptica a la sala de musculación cargando con ella. Más tarde conseguí que me lo explicaran pasito a pasito, suave suavecito y ya lo entendí: Que si tu clave es 38-14-08 tienes que dar tres vueltas a la derecha, pasando por el 0, para resetearlo. Luego llegar al 38 y parar. Luego dar una vuelta completa a la izquierda más lo que haga falta para llegar al 14. Y luego ir al 08. Y se abre. Os juro que se abre. ¿Pero quién es la mente enferma que ha decidido que esos sean los candados estándar en los gimnasios?
Yo, por si acaso, no voy a guardar cosas de valor, las dejaré en el coche. Que a unas malas me tenga que ir con la ropa sudada a casa, pero con cartera. Que me huelo yo que si un día se me olvida, el policía de turno pondrá la sirena y me hará pull over y estaré in trouble y sin visado en un periquete.
Mientras tanto, disfruto de mi nueva vida activa, juzgo a la gente que no va al gimnasio (como yo hace dos semanas) y como Nutella con pretzels cuando me entra el gusanillo.
Y sigo sintiéndome on top of things. Que se note que es el segundo año.

Venga. A dar vueltas.

3 comentarios:

  1. Claro, es que ellos vienen entrenados en semejantes artilugios desde la más tierna infancia (los lockers en el cole e instituto). No se puede competir con eso... Stay on top of things (https://youtu.be/93p9VWEMfBk?t=32s)!

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    1. Jajaja Acabo de ver tu comentario! :'D Genial el vídeo!

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  2. Muy divertido el post. A mi me paso lo mismo con la cerradura de la taquilla de los vestuarios de mi trabajo, no habia forma de abrirla. Al final tuve que llamar al de seguridad para que me ensañara como hacerlo porque estaba a punto de liarme a patadas con la maldita taquilla despues de haberme cagado en todo lo cagable. Otra cosa más que hemos aprendido en este pais.

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