sábado, 11 de marzo de 2017

Rutina

Casi un mes y medio sin escribir por aquí. Y casi ocho meses a este lado del charco.
Y es ahora cuando empiezan a apagarse los focos de la novedad, que lo hacen ver todo con ojos de turista, y se comienza a  ver la vida aquí como lo que es: la nueva rutina. Y no lo digo en el sentido peyorativo que suele tener la palabra. Constato simplemente el hecho de que esto que tengo aquí es ya definitivamente mi vida.

Mi rutina aquí es sencilla. Y larga. La comparto para mis compis profes, que me suelen preguntar. Y para mi familia querida, que sé que cuente lo que cuente les interesa.

Me levanto a las 5.15 todas las mañanas. Desayuno mientras preparo la comida. Ducha, elegir ropa para el trabajo (¿es jean day hoy?) y al coche. Escucho country por las mañanas. Siempre. Hay un par de tipos que hace un programa divertido en US99 y no me hacen pensar demasiado. El camino al trabajo no tiene mucha complicación: Dempster hacia el oeste, luego la I94 hacia el norte y por último Grand Avenue hacia el este de nuevo. Poco más. Siempre llevo el GPS del móvil puesto por el tráfico. El jueves había un atasco del carajo y me mandó por una ruta alternativa con bosque y lago. Se empieza el día de otra manera.
En el colegio los niños entran a las 8 de la mañana. Tienen media hora para coger el desayuno del comedor y se lo comen en la clase, mientras yo preparo las cosas. A y media se sientan en la alfombra, paso lista, leo el morning message, lo trabajamos, repasamos el sonido de la semana y las sight words y hacemos una breve pausa de unos 10 minutos. Después pasamos a hacer la clase de Reading, en la que analizamos distintos textos y trabajamos vocabulario (hablaré del curriculum que seguimos en otra entrada porque tiene miga). Sobre las 10.15 pasamos a nuestros centers. Esto son actividades de 12 minutos de duración por las que van rotando los niños en grupos acordes con su nivel de competencia lectora. Tenemos actividades de construir palabras recortando, de buscar vocabulario en ciertos libros, actividades en los laptops... y un ratito conmigo.
Como a las 11.25. Tengo media hora.
El recreo es de 12.10 a 12.40. Hago patio todos los días.
Las tardes varían más. Puede que empleemos parte del tiempo en acabar las rotaciones o, si ya las hemos acabado por la mañana, pasamos a matemáticas. Se trabaja el calendario, los días que llevamos en el cole desde que empezamos (¡130!) y otros contenidos. Imparto una pequeña lección al gran grupo y luego pasamos a trabajo individual o hacemos centers de nuevo, según el tiempo que tengamos. Los viernes vamos también un ratito a la biblioteca.
A las 14.45 tienen specials. Que puede ser Arte o Educación Física. Ese es mi planning time. Se le suman los siguientes 15 minutos en los que mi assistant se encarga de la clase, leyendo un cuento o repartiendo snacks. Con lo cual tengo 45 minutos para preparar las clases próximas, imprimir materiales, reunirme con personal de apoyo del centro...
A las 15.45 tienen que estar listos para ir al gimnasio, donde se les organiza en filas para ir a la ruta o a la parte frontal del edificio si les vienen a buscar los papás.
Sobre las 16 ha terminado todo el jaleo. Te puedes quedar, si quieres, más allá de las 16.15 que dice tu contrato. Pero generalmente estás tan agotada que lo único que quieres es salir pitando para casa, a ver si no te comes demasiado tráfico. Pero siempre hay. El trayecto de la tarde te lleva una hora y diez como mínimo. Suelo volver por carreteras más pequeñas que me ahorran el stop and go agotador de la autovía.
Llego a casa nunca antes de las 17.30. Y ahora, dependiendo del día que haya tenido, puede que me tire en el sofá en modo ameba o que haya tenido que ir a hacer compra y me dedique a colocarla. O que se me hayan acabado los calcetines y toque hacer colada. A veces, si hay suerte, saco fuerzas para hacer yoga.
A cenar, ligerito, y a la cama nunca después de las 23, que al día siguiente se madruga un huevo. Y así de lunes a viernes.
Los fines de semana varían, claro. y son la recarga de pilas que hace falta para poder aguantar el trajín del colegio. Menos mal.

Ahora que esta ya es oficialmente mi rutina vivo más tranquila. Porque el cerebro humano funciona mejor en lo conocido, en lo cotidiano, y ahora ya no me cuesta tanto esfuerzo todo. Ya he arreglado los últimos flecos que me quedaban (la dichosa factura de la luz, que aún no estaba a mi nombre...) y viene todo mucho más rodado.
Los días se hacen más largos. Mañana cambiamos de nuevo los relojes.
Y la luz se empieza a parecer más a la que había cuando llegaste. Cuando llegaste hace ocho meses y no había ni un solo minuto al día que fuera rutina. Cuando todo te parecía nuevo, y raro, y fascinante.Y nada de esto era tuyo.
No ha pasado tanto, y sin embargo...

1 comentario:

  1. Ya cambiáis los relojes allí??? A nosotros aún nos quedan dos semanas.... Miguel está preocupado porque dice que vas a llegar tarde 😉😉😉😉

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