martes, 4 de diciembre de 2018

Jamón

Ya sé que leéis religiosamente todas las entradas que publico, así que a estas alturas ya sabéis que vivo a tomar vientos de donde trabajo. Lo que se traduce en dos horas diarias de coche. Aprox.
El trayecto de la mañana se pasa rápido. Generalmente voy con el tiempo pillado y en piloto automático. Figuradamente, claro. Tengo ya establecida mi rutina y el programa que escucho. Y tienen un segmento que me encanta porque es de lo más ridículo que se llama Waiting by the phone en el que la gente se pregunta por qué la persona con la que han tenido una cita ha dejado de escribirles / llamarles. No tienen ni idea de por qué. Y los locutores llaman al susodicho y generalmente son historias para morirse de la risa. Que si me pintó en la espalda un autorretrato con rotulador permanente mientras yo dormía. Que si fui a recogerla a casa y llegó al coche con una botella de vino que iba ya por la mitad y se la terminó en lo que llegamos al restaurante. Que si me dijo que fuéramos un momento al parking de un Target y allí aprovechó para pillar coca de su dealer. El tipo de historias que soy capaz de seguir a las 6.45 de la mañana, vamos.

Ahora, la vuelta ya es otra cosa. Generalmente vuelvo cansada y ocasionalmente quemada, con lo que es más complicado encontrar algo que me cuadre.
He intentado ponerme seria y escuchar NPR, que es como Radio Nacional. Y a veces me va bien, pero otras me pone triste de pelotas. Así que cambio de emisora y voy cambiando entre el country y lo equivalente a los 40 Principales durante la hora que dura el trayecto. Y al final, que quieres que te diga, me aburro de escuchar siempre lo mismo.
El caso es que el otro día se me encendió la bombillita (ya ves tú, al tercer año de estar aquí) de darle al botón de Scan en la radio. Ese que te busca emisoras que se escuchan bien en la zona en la que estás. Y me salió una emisora latina con reggaetón y bachata en condiciones. Y no veas la diferencia. Que me da igual que haga un frío pelón, que esté cayendo la del pulpo o que el enésimo americano kamikaze se cambie de carril sin intermitente. Yo lo doy todo en el cochecito y se me pasan los estreses del cole y la madre que lo parió a todo qué ganas de que llegue ya la Navidad, joder.
Y de paso también me voy preparando para saberme las letras de las canciones de lo que suena en España. Para cuando Julia o Javi o Gabriel me saquen de fiesta por los madriles. Que el viaje que me he pegado a Canadá durante el Thanksgiving break me ha dejado descolocada y ya no sé ni quién soy, ni qué hago aquí, ni por qué tengo la camisa tan arrugada, como dice mi madre. A ver si la vuelta a la patria me reconstruye.
Id sacando el jamón.


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