lunes, 28 de noviembre de 2016

Diario de viaje II. Miami

Las palmeras. Sobre todo eso. Se me habían olvidado las palmeras. Porque en España ponemos palmeras en todas partes, por muy al Norte que sea. Pero os juro que no hay una sola palmera en todo Illinois. Para qué. En Miami en cambio, hay palmeras mires a donde mires. Maravilla de lugar.
Qué luz, qué tiempo. Pies en la arena, por fin. Querido mar, cómo te he echado de menos. Que sí, que el lago Michigan es grande, espectacular, pero no huele a verano. Porque el verano es sal y crema solar. Es la toalla llena de arena y el bikini secándose al sol. Por fin. Por fin se recargan las pilas para el último empujón antes de volver a tocar base en navidades.

Qué falta nos hacen el sol y la luz. Qué infravalorada está la fotosíntesis en los humanos.

Descongelarse en Miami, en noviembre, es un privilegio. Y tumbarse sobre la arena y no hacer nada. Ni pensar en nada. Y darse una vuelta por Little Havana. Que se escribe con v y me confunde. Y tomarse una Coca Cola y un pincho de tortilla en una mesa que es un barril de Mahou. Pero no tienen, que les están arreglando el grifo. Y echarse unas risas con un par de cocktails tamaño bañera en una terracita por la noche. Y bailar bachata un jueves. Y descubrir que los manatíes conviven con los caimanes en los Everglades. Y que hay un señor con un gran bigote al sur del Parque que sabe por dónde andan los delfines y cómo hacerles jugar con la espuma de las olas que genera su barquito. Y los atardeceres rosas y naranjas, como en verano, que cuesta dejar de mirarlos. Y respirar. Respirar y caminar sin prisa, que ya iba tocando. Que casi se te había olvidado.

Hoy, lunes, ya de vuelta en Chicago, vuelvo a mi música de siempre. La de calm down, que ya estás en casa. La bajo un poco para escuchar cómo la lluvia racheada golpea los cristales. Hoy no se ven ni el lago ni el skyline iluminado de fondo. Pero de alguna forma, no me importa la humedad. Ni el frío. Porque hoy por hoy, Chicago es mi casa. Y Miami está muy bien para unas vacaciones. Pero la windy city hace un rato que me tiene ganada. Sin palmeras ni nada.

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